jueves, 17 de febrero de 2011

Fercito, por favor

Mis noches se hacen días ahora. Casi sin darme cuenta, prendido de su boca, acurrucado en su pecho, sintiendo su piel; días de Fiorella que no quiero dejar ir porque ese presente es muy bueno como para dejarlo ir. Igual sé que el mañana lo pasaré todo de ella, pero no puedo evitar el no querer separarme de ella. Uno porque me da pereza irme y dos porque quiero más de ella. Cómo no podría querer más de ella? Ese primer momento en que la veo en el día... es genial sentir así. Preciosa se acerca y sonríe, le bailan las pecas de la nariz, cierra los ojos y salta a mi cuello, me regala un beso y es entonces noche y día a la vez, tallarines verdes y chaufa juntos. 
Y estoy en confianza, dice; que ya soy parte de la casa, que soy una de las razones por la cual la ven feliz. "Oye, feliz!" le dicen en la calle. Bueno, no, pero imagino que así se debe sentir. Perfecto, dice. Perfectito para ella, en ella, de ella.

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